EL ROJO RUISEÑOR

Written by on diciembre 15, 2022

El árbol de magnolias que está en el patio trasero siempre me traerá su recuerdo. También los ruibardos y ese rojo ruiseñor; sí, sé que los ruiseñores no son de ese color, pero no me refiero al tono de sus plumas.  Pronto se enterarán del porqué.

Magnolia, mi abuelita, era una mujer muy terca y territorial, no cumplía con la fotografía mental que tenemos todas y todos de una típica abuela; era grosera, obstinada y muy “poco productiva” y eso me encantaba. Era la única que parecía entenderla.

Cuando mi abuelo, que era todo lo contrario a doña Mago, nos llamaba para ir comer, mi abuela se negaba a probar un bocado siquiera. Decía que la comida hecha sin amor, hacia daño.

Don Rodrigo se enojaba mucho y ella parecía disfrutarlo, luego me invitaba a la cocina y me explicaba cómo hacer sus famosas mermeladas de Ruibardo:

El ruibardo es delicioso, pero debes cortar sólo el tallo, este tiene una textura fea y son de un color rosado que intimida. Luego lo pones a hervir con azúcar, pero ten mucho cuidado con las hojas, esas son muy bellas, pero tóxicas las condenadas. No dejes que eso te engañe, no todo lo bello a la vista es lo mejor. Y eso aplica para todo en la vida, niña”

Terminábamos la mermelada y la untaba en bolillos que endurecía al calor de un comal viejo. El abuelo se acercaba fingiendo estar molesto aún y tomaba un par de rebanadas.

Así eran nuestros días en aquella casa. Sin más dinámica que esa. Hasta que una mañana vi la silueta de doña Mago por la ventana, me acerqué y pude notar que estaba mirando con fijeza el árbol de magnolias y por primera vez en mi corta vida la vi llorar.

-¿Qué tienes, abuelita?
-Nada, niña, anda y ve a jugar o ve con tu abuelo a ayudarle en la cocina que siempre quema todo, como ya no ve el pobre.
-No, no me voy. Dime qué tienes.
-…
-¿Estás triste?
-¿Sabías que el ruiseñor es un pájaro que no anida en la jaula porque no quiero que sus crías vivan en la esclavitud?
-No, no sabía…
-Me lo dijo mi mamá cuando era niña. Desde ese momento decidí que no quería tener hijos. No estando en esta jaula.
-¿Cuál jaula, abuelita?
-En ese árbol hay un nido de ruiseñor y me he quedado impresionada por la manera en que cuida a sus bebés. Imagino con el día en que puedan volar libres lejos de aquí. Es una excelente madre. Es algo que yo no podría hacer.
-…
-Mira, hasta me di a la tarea de bordarla aquí en una de las hojas que junté de ese árbol. Estoy irreconocible hoy, ¿Verdad?, ¿Cuándo me habías visto bordar? ¡Y a esta hora!
-Abuelita, ¿Por qué nunca me has hablado de mi mamá? ¿Quién es mi mamá?

La abuela la miró con ternura, una ternura diferente a la de las abuelas que sí bordan a esa hora, abrió sus labios acordeónicos para entregar una respuesta, cuando apareció en la puerta apresurado don Rodrigo para llamarlas a desayunar. Miró molesto a doña Mago por lo que estaba a punto de hacer y  condujo a la pequeña niña del hombro hasta el comedor.

Ese día mi abuela comió todo sin reparo. Ese día mi abuela bordó un ruiseñor hasta tarde, mismo que conservo y observo con ternura desde su partida. Ese día entendí que en esa casa en realidad todo se cocinaba con amor untado con mermelada de ruibardo.


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